jueves, 9 de julio de 2015

Continuará

Se extiende cada vez más, y rara vez por motivos ajenos a sacar perras como sea, la “maravillosa” idea de dividir en dos entregas los finales de sagas cinematográficas basadas en best-sellers. Algunos probablemente recurrirán a la excusa de la extensión del libro, pero hay ejemplos a patadas de buenas adaptaciones de grandes (al menos por extensión) libros, que mandan al carajo a este argumento.

No, señores, esto no se hace por interés a profundizar en la historia mostrándonos todas las facetas del libro en cuestión, se hace por obligar al espectador a pasar dos veces por taquilla para ver el final de la saga (aunque al que le corra mucha prisa, siempre puede leerse el libro). El ejemplo más reciente, o por lo menos el primero en venirme a la cabeza es el de “Sinsajo”, un libro de algo más de trescientas páginas que nos brindan en dos películas de 2 horas. Esto estaría muy bien, si la película tuviera sentido por si sola, o si los acontecimientos sucedidos a lo largo del film fueran todos de una gran relevancia, pero por desgracia no es el caso. La verdad es que nos encontramos ante un film en el que si se limitaran a contar aquello realmente relevante para el desarrollo de la trama, no superaría la hora de duración, una película de ritmo lento en la que se gira una y otra vez en torno a las mismas ideas, sin llegar a ninguna conclusión en ninguna de las tramas y sub-tramas al final del film, dejándonos con más preguntas y respuestas. Aunque si algo que hay que concederle a esta estrategia comercial es que deja al espectador con ganas de más, esperando a ver que coño pasará con los personajes, si se cargaran al malo, o si este se liará con esta o con aquella, obligándole a ver la siguiente entrega si quiere ver el desenlace de la historia, aunque este pueda resultar bastante predecible.



Un año de diferencia y 4 horas para un solo libro

Evidentemente es una herramienta que a nivel comercial funciona a las mil maravillas, y que comenzó a hacerse cada vez más habitual desde el estreno de las dos últimas películas de la saga cinematográfica basada en los libros de “Harry Potter”, y probó su efectividad con el final de la “Saga Crepúsculo” . Parece que esta práctica es prácticamente exclusiva de films destinados a un público mayoritariamente juvenil, aunque hay excepciones, como las dos últimas entregas de la trilogía "Matrix":"Matrix Reloaded" y "Matrix Revolutions". Aunque la palma se la lleva Peter Jackson con su trilogía de “El Hobbit” , con la que ha conseguido algo que parecía imposible: que para el espectador sea más rápido leerse el libro, que ver un sola de sus tres partes. Aunque prefiero no profundizar mucho en criticar los defectos y virtudes de esta saga, ya que prefiero ver la tercera parte antes de poner a caldo (o no) al Sr. Jackson.



¿Y ahora qué me invento para rellenar metraje?

No parece que este tipo de maniobra vaya a desaparecer a corto plazo, sino que todo parece indicar que van a ser más sagas cinematográficas las que se van a subir al carro, como es el caso de Marvel, que ya ha anunciado que la próxima entrega de “Los Vengadores” se dividirá en dos partes

Aunque no quiero cerrar esta entrada sin un gran ejemplo de cuando dividir una película en dos partes es una maravillosa idea: “Kill Bill” . El 4º film de Tarantino es la excepción que confirma la regla, al ofrecernos dos películas que si bien es cierto son dos partes de una misma historia, son lo suficientemente distintas y cuentan con una estructura narrativa que justifica que Tarantino dividiera esta historia en dos partes. Por desgracia son pocos los films que se asemejan a Kill Bill, y muchos los que recuerdan a Sinsajo.


Un digno ejemplo de cuando esta práctica es un acierto

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